Estimada Rachel:
Tu mensaje hace una pregunta fuerte, que exige tomar posiciones definidas.
Porque una cosa es la Literatura y otra cosa es la Cultura. Y otra cosa aún
más distinta es la Idea posmoderna de Cultura.
La Literatura es una construcción humana que, determinada por múltiples
causas sociales, históricas y políticas, utiliza signos del sistema
lingüístico a los que confiere formalmente un valor estético y un estatuto
ficcional, y cuyo discurso, en el que se objetivan ideas y conocimientos que
exigen ser objeto de interpretación científica, se inscribe en un proceso
comunicativo pragmático y social.
La Cultura constituye un conjunto de hechos que da lugar a una serie de
conocimientos críticos (Ciencia y Filosofía) y acríticos (pseudo-ciencias,
teología, ideología y tecnología), propios de las sociedades civilizadas, y
a un conjunto de conocimientos artificiales (mito, magia, religión y
técnica) propios de las sociedades bárbaras o primitivas, en virtud de los
cuales un individuo se integra en una sociedad (pre-estatal o civilizada)
frente a otras.
Ésta es un definición antropológica de cultura.
Otra cuestión es la Idea de Cultura que tiene la posmodernidad. Hoy por hoy,
la cultura es el opio del pueblo posmoderno.
Esa idea de cultura está muy próxima a lo que es una ideología, un discurso
basado en creencias, apariencias o fenomenologías, constitutivo de un mundo
social, histórico y político, cuyos contenidos materiales están determinados
básicamente por estos tres tipos de intereses prácticos inmediatos,
identificables con un gremio o grupo social, y cuyas formas objetivas son
resultado de una sofística. La ideología define al grupo, no al individuo.
El grupo tiene identidad, el individuo tiene personalidad. Otra cosa es que
no se la quieran reconocer, o que no lo eduquen para adquirirla, sino para
asumir una "identidad" gremial.
La relación que la posmodernidad establece entre Ideología y Ciencia atenta
contra el uso de la razón humana, porque la Ciencia es un conocimiento
racional basado en la interpretación causal, objetiva y sistemática de la
materia, mientras que la ideología no es más que una falsa conciencia, es
decir, la psicología que une a los individuos que forman parte de un grupo,
para oponerse a otros grupos.
Mientras las facultades y departamentos de Letras sustituyan la Ciencia por
la Ideología, y la Literatura por el mito de la cultura, harán sofística en
vez de conocimiento, es decir, harán apariencia de conocimiento. Es lógico
que los Estados no quieran invertir sus dineros en la difusión de un
conocimiento que no es útil al género humano, sino a una o varias minorías,
que lo utilizan para justificar sus ideologías y autismos gremiales.
El futuro de los departamentos de Letras pasa por su disolución, acaso en
cuestión de décadas, en instituciones, fundaciones y organismos privados,
que no servirán al conocimiento, sino más bien al conocimiento que interese
a los grupos o gremios que los financien. Hace mucho tiempo que los Estados
posmodernos han dejado de ocuparse con seriedad de la educación científica
de sus ciudadanos en materia de Letras. La analfabetización colectiva es
mucho más rentable. Sobre todo para los sofistas, que abundan más en torno a
la Literatura que en torno a la Termodinámica.
El acomodo que los estudios de Letras encontraron en los Estados y sus
Universidades desde el siglo XVIII toca a su fin. Hay que buscar otros
mecenas. Sobrevivirá quien los encuentre. O quien se acoja a un gremio o
minoría que lo apadrine y promocione.
Muy cordialmente,
Jesús G. Maestro
-----Mensaje original-----
De: Coloquio Cervantes [mailto:[log in to unmask]] En nombre de Rachel
Schmidt
Enviado el: lunes, 26 de enero de 2009 20:04
Para: [log in to unmask]
Asunto: Un debate alentador
Estimados colegas,
Quisiera agradecerles por haber abierto el debate otra vez en el
Coloquio Cervantino. Por supuesto que evitar los ataques ad hominem
debe ser la regla básica (y quizás la única) con que regir el foro. No
obstante, les pido el favor de no eliminar del debate las voces que
expresan opiniones y comentarios contrarios a las posturas mayoritarias.
Ya que no estaba presente en las conferencias del MLA a las que nuestro
colega Juergen Hahn hace referencia, no puedo comentar sobre sus juicios
harto duros pero sí enérgicos (la verdad es que, después de refugiarme
de las guerras culturales de los EEUU en el país a su norte, no tengo
ganas de volver al MLA). Sospecho que no compartaría su perspectiva,
pero sí me ha alentado su espíritu de debate. Nosotros que pasamos
tanto tiempo dentro de las universidades luchando por proteger y
defender los campos de las letras y las humanidades, necesitamos
recordar de vez en cuando que nuestro campo no es estéril ni muerto.
Por lo que parece la enésima vez en mi carrera de unos 15 años, estoy
dictándoles cartas a los administradores de mi universidad para pedir
que no corten programas que apoyan la investigación en las humanidades.
Por un lado, el furor intelectual que se levanta en el coloquio
cervantino a veces me parece un lujo accesible solamente a los que ya no
están en las trincheras de una batalla mucho más grande--una batalla
contra una estrategia de disminución gradual pero constante de nuestro
personal y fondos. Por otro lado, tal vez de ese mismo furor se pueda
sacar la fuerza y las armas con que enfrentarnos con una realidad mucho
más temible que un mero conflicto entre colegas.
Estimados cervantistas, ¿cómo podemos todos conservar y reforzar los
estudios literarios y culturales en la universidad de siglo XXI?
Un saludo cordial,
Rachel Schmidt
University of Calgary
Calgary, Alberta Canada
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