«!Cuán cara eres de haber, o dulce España!»
Queridos caballeros andantes e hidalgos de solar conocido,
me dirijo a sus mercedes «pues la enseñaza del sabio es fuente de vida
[en este caso de Ustedes y lo digo con todo el respeto del mundo y de mi
alma]», con la siguiente petición e invitación a todos del Viejo y Nuevo
Mundo, es decir, de alabar a nuestro querido Miguel de Cervantes
Saavedra, y dejar de hablar de «las desgracias que siempre
persiguen al buen ingenio», sus obras maestras, su pueblo muy noble, así
como España, pero en términos más elevados, ya que «la sabiduría habita
en mentes sensatas», y «la lengua sana es árbol de vida».