«!Cuán cara eres de haber, o dulce España!»


Queridos caballeros andantes e hidalgos de solar conocido,

me dirijo a sus mercedes «pues la enseñaza del sabio es fuente de vida [en este caso de Ustedes y lo digo con todo el respeto del mundo y de mi alma]», con la siguiente petición e invitación a todos del Viejo y Nuevo Mundo, es decir, de alabar a nuestro querido Miguel de Cervantes Saavedra,  y dejar de hablar de «las desgracias que siempre persiguen al buen ingenio», sus obras maestras, su pueblo muy noble, así como España, pero en términos más elevados, ya que «la sabiduría habita en mentes sensatas», y «la lengua sana es árbol de vida».
A través de este excelente Coloquio de Cervantes, organizado por nuestros queridos amigos Kurt y Roberto, me gustaría aprender de sus mercedes, duques, condes y príncipes, y seguir honrando a este gran genio de la literatura española de mi querida segunda patria, y de escuchar aquí sus enseñazas sobre Cervantes, a título de ejemplo, como:

1. un gran patriota:

«A las orillas del mar,
que con su lengua y sus aguas,
ya manso, ya airado, llega
del perro Argel las murallas,
con los ojos del deseo
están mirando a su patria
cuatro míseros cautivos
que del trabajo descansan,
y al son del ir y volver
de las olas en la playa,
con desmayados acentos
esto lloran y esto cantan:

!Cuán cara eres de haber, o dulce España!

2. hijo más querido de su madre Leonor: un modelo de madre y de esposa ejemplar que sólo vivía para su familia.
3. un esposo ejemplar:  pues la importancia de la elección de la mujer adecuada es esencial, pues «la virtud, la nobleza, la discreción y los bienes de la fortuna bien pueden alegrar el entendimiento de aquel a quien le cupieron en suerte con su esposa.
4. conocedor de todas las naciones: a título de ejemplo, de Alemania dijo: «allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas; cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de conciencia».
5. su trato con sus amigos: «la humildad es la base y fundamento de todas las virtudes, y sin ella no hay ninguna que lo sea ella allana inconvenientes, vence dificultades y es un medio que siempre a gloriosos fines nos conduce; de los enemigos hace amigos.
6. cautiverio: por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres». También enseñó que «los que ayer estaban en la cumbre de la rueda de la Fortuna, hoy están hollados y abatidos a los pies de la desgracia, y tenidos a los pies de aquellos que más los estimaban».
7. su amor a Dios: «la santidad consiste en la caridad, humildad, fe, obediencia y pobreza», etc.

Yo creo por completo y dentro de mi no hay menor duda, y para eso no necesito ningún documento fidedigno, sino mi corazón, y por lo expresado aquí estoy dispuesto a perder mi vida, sus mercedes pueden tener la opuesta, y la respeto como el caballero andante, pues así es la profesión de la caballería andante  que Cervantes después de las desgracias que ha vivido, pues «ellas que vienen a las gentes, a los reinos, a las ciudades y a los pueblos, las muertes repentinas, los naufragios, las caídas; en fin, todos los males que llaman de daño, vienen de la mano del Altísimo y de su voluntad permitente», ha querido a Dios cada día con más intensidad y le he dado infinitas gracias en sus obras de este ejemplo bíblico,

«Te doy gracias, Yahvé, de todo corazón,
voy a proclamar todas tus maravillas;
quiero alegrarme y gozar en Ti,
tañer para tu nombre, Altísimo»,

Aparte de ello, su amor lo he expresado a través de su conducta ejemplar con sus padres, con sus hermanas, con su hermano, con su hija rebelde, con sus cuñados, con su sobrina, con sus amigos, con su Rey, y con sus enemigos, siguiendo la enseñanza del siguiente pasaje,

«Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
(mi salvador, que me salva de la violencia)
Yahvé, mi roca y mi baluarte,
Mi libertador y mi Dios;
La roca en que me amparo,
Mi escudo y mi fuerza salvadora,
Mi ciudadela y mi refugio.
Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
Y me veo libre de mis enemigos»,

y por ello fue bendecido este gran español Miguel, a fines de su vida con la mejor obra del mundo, de quien seguimos aprendiendo, pues conocía muy la grandeza del Señor de los Cielos:

«Mi rectitud recompensa Yahvé,
retribuye la pureza de mis manos,
pues guardé los caminos de Yahvé
y no me rebelé contra mi Dios.

Pues tengo presentes sus normas,
sus preceptos no aparto de mi lado;
he sido irreprochable con él,
y de incurrir en culpa me he guardado.

Yahvé retribuye mi rectitud,
la pureza de mis manos que él conoce.
con el leal te muestras leas,
intachable con el hombre sin tacha;

con el puro eres puro,
y sagaz con el ladino;
tú que salvas a la gente humilde
y abates los ojos altaneros.

Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
mi Dios que alumbra mis tinieblas;
con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
con mi Dios asalto la muralla.
 
Dios es íntegro en su proceder,
la palabra de Yahvé acrisolada,
escudo de quienes se acogen a él».

Recomiendo meditar estas palabras bíblicas y comparar con la vida del Manco de Lepanto. Eso es lo que yo he aprendido después de haber leído «de claro en claro y los días de turbio en turbio» sobre Cervantes, y a esta conclusión innegable he llegado. Y si hablo de España como el pueblo de nobleza, pues algunos me lo preguntaron, es que así lo siento en dentro de corazón, y así me lo enseñaba, entre muchos, mi querido paisano Juan Pablo II cuando me ha concedido audiencia en la Basílica de San Pedro, en 1987. Y por algo queridos caballeros andantes e hidalgos el Papa siempre al salir de avión arrodillado y con lágrimas de elefante besaba el santo suelo de España y de todas las naciones. Así que, si me equivoco, lo siento mucho, pero yo me quedo con mis santas convicciones y termino con el fragmento más dulce, más lindo, y más elevado que vieron los cielos, y que de alguna manera lo tengo clavado profundamente en mi alma e indudablemente a muchos de vosotros, en especial a mis queridos amigos españoles, y a todos que salieron de sus patrias, les vierte lágrimas de elefante como a mí cuando lo lea que es:

«doquiera que estamos lloramos por España; que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural; en ninguna parte hallamos el acogimiento que nuestra desventura desea, y en Berbería, y en todas las partes de África donde esperábamos ser recibidos, acogidos y regalados, allí es donde más nos ofenden y maltratan. No hemos conocido el bien hasta que le hemos perdido; y es el deseo tan grande que casi todos tenemos de volver a España... y agora conozco y experimento lo que suele decirse que es dulce el amor de la patria», Chris.

«Laus in Excelsis Deo».