Date: Thu, 23 Jun 2005 11:07:33 +0200
From: Santiago López Navia <[log in to unmask]>
Subject: Re: De Kurt Reichenberger: Re: Cesar Brandariz: Coloquio Cervantes
To: "A. Robert Lauer" <[log in to unmask]>, [log in to unmask]
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X-OriginalArrivalTime: 23 Jun 2005 09:27:32.0578 (UTC)
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Pienso que todo, o casi todo, puede sostenerse si está convenientemente documentado, pero quiero exponer brevemente un matiz que no me parece menor en el caso que nos ocupa: las afirmaciones "potencialmente significativas" del tipo "claro está", "así debe ser" y "no hay duda en eso" no tendrían por qué ser entendidas más allá de su valor estrictamente literario, en tanto recursos al servicio de la construcción dialógica. Pongo, muy brevemente, un ejemplo pintiparado en materia de apellidos y de nombres que ya estudié hace años: el mismísimo Cide Hamete Benengeli que, según el narrador, confirma  en II, 38 "que fue verdad" que la condesa Trifaldi "de su propio apellido se llama la condesa Lobuna, a causa de que se criaban en su condado muchos lobos", es (aceptando el juego de la construccion y la transmisión de la historia, al que yo siempre me refiero apelando a la diferencia entre "saber" y "jugar a saber") el autor de la misma historia parafraseada por el narrador en II, 47, y allí se nos dice exactamente lo contrario cuando se nos aclara que un mayordomo del palacio de los duques "había hecho la persona de la condesa Trifaldi". Si la historia parafraseada sostiene en pocos capítulos de diferencia una cosa y su contraria, la etiqueta de refuerzo "y así dice Cide Hamete Benengeli que fue verdad" no sirve para validar un dato. Por lo demás, tan literario es este contexto como los que encierran las expresiones del cura y de Sancho aducidas como ejemplo por Brandariz, y sería tan complejo como poco útil abordar un estudio diferencial que dilucide los contextos pertinentes y los impertinentes a la hora de validar datos "reales", salvo que alguien (y no seré yo, desde luego) reivindique la autoridad necesaria para apreciarlos a primera vista.
 
Una cosa es que a Cervantes se le vea el plumero en sus textos (y no voy a cometer la torpeza de recordar contextos tan conocidos en este sentido por todos), y otra muy distinta es ver su plumero detrás de cada frase, detrás de cada palabra o detrás de cada silencio. Todo esto me recuerda, con el mayor de los respetos hacia cualquiera que quiera interpretar lo que quiera -que esa es la relativa ventaja que tiene el ejercicio de nuestra profesión, aunque yo prefiera siempre la prudencia ante tantas alegrías interpretativas-, lo que decía siempre nuestro querido y llorado José María Casasayas, en el sentido de que el Quijote funcionaba como una bola de cristal en la que cada adivino puede ver exactamente lo que busca. En todo caso, Brandariz es relativamente prudente en esto al formular su interpretación en forma de pregunta abierta, a la que cada cual debe contestar en funcíón de sus criterios (y sólo, creo, en función de criterios, y no de intuiciones).
 
Saludos,
 
Santiago López Navia
 
 
----- Original Message -----
From: A. Robert Lauer
To: [log in to unmask]
Sent: Wednesday, June 22, 2005 8:11 PM
Subject: De Kurt Reichenberger: Re: Cesar Brandariz: Coloquio Cervantes



Date: Wed, 22 Jun 2005 16:48:58 +0200
From: Edition Reichenberger <[log in to unmask]>
Subject: Coloquio Cervantes
To: [log in to unmask]
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Discusiones cervantinas animadas









 
Tras casi cinco meses del Centenario parece que las discusiones acerca <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />del «Quijote» de 1605 finalmente se animan: gracias a la publicación del libro de César Brandariz, «Cervantes decodificado». En un congreso reciente, Martín de Riquer, vejado por importunos periodistas, declaró que la constatación de César Brandariz „no vale“, puesto que no existen pruebas fehacientes. Dado la importancia del asunto, nos sea permitido contradecir al ilustre cervantista de la Universidad de Barcelona. Primero. En tiempos de Cervantes, la aldea montañesa llamada Cervantes ha existido, y Robleda-Cervantes sigue existiendo. Tomar el apellido del lugar de origen entonces era costumbre habitual. Es el mismo Cervantes que lo confirma en el capítulo 29 del «Quijote» de 1605, donde se discute el apellido de la Princesa Micomicona, alias Dorotea.

 

Llámase – respondió el cura – la Princesa Micomicona, porque llamándose su reino Micomicón, claro está que ella se ha de llamar asi. No hay duda en eso – respondio Sancho – que yo he visto a muchos tomar el apellido y alcurnia del lugar donde nacieron, llamándose Pedro de Alcalá, Juan de Úbeda y Diego de Valladolid, y esto mesmo se debe de usar allí en Guinea: tomar las reinas los nombres de sus reinos. Así debe ser – dijo el cura.

 

A esto, Brandariz comenta: Cervantes introduce y reitera tres veces expresiones potencialmente significativas. Unas en bocas del cura, como „Claro está“ y „Así debe ser“ y otra: „No hay duda en eso“, en boca de Sancho. Y Brandariz continúa: „¿Está confirmando este pasaje por boca del propio autor que el nombre de su lugar de nacimiento, Cervantes aldea, coincide con su apellido, Cervantes?“ Estamos convencidos de que Brandariz ha acertado. ¿Qué piensan ustedes?

 

A.R.L.                                                                        K.R.