«La sabiduría vale más que las joyas y nada valioso se le puede
comparar».
Querida María,
Por lo que se refiere a la supuesta tartamudez de Cervantes, pues muchos
quieren ver a Cervantes también tartamudo, etc., lo niego por entero,
pero admito que hay que tomar en cuenta que parece que padeció de
tartamudez, como muchos niños, ya que la torpeza en la pronunciación del
famoso alcalaíno se demostró en la «Epístola a Mateo Vázquez»: «mi lengua
balbuciente y casi muda, pienso mover en la real presencia»; en las
«Novelas ejemplares»: «será forzoso valerme por mi pico, que, aunque
tartamudo, no lo será para decir verdades»; en «Los tratos de Argel»: «mi
lengua balbuciente y casi muda», y en «El Viaje del Parnaso»: «muéstrase
balbuciente y casi muda si le alaba la lengua más experta, de adulación y
de mentir desnuda».
Cabe hacer hincapié que su padre Rodrigo era sordo. ¿Fue entonces la
tartamudez de Miguel una enfermedad breve o de vez en cuando, a
consecuencia de la sordura de su padre, o simplemente una deficiencia
temporal como la de muchos niños a esta edad? A título de ejemplo, solo
tres razones, claro que hay más.
Primero, Cervantes durante la batalla de Lepanto «solicitó que le
destinasen al puesto más peligroso y el capitán le ordenó tomar el mando
de 12 hombres en un esquife, en la izquierda de la flota cristiana donde
recibió tres heridas de arcabuzazos dos en el pecho y una en la
mano izquierda, de resultas de la cual este miembro le quedó, de por
vida, estropeado». ¿Cómo puede asignarse a un soldado tartamudo a dirigir
a otros 12 compañeros, y además de eso, en el lugar más peligroso que es
un esquife? El soldado que toma el mando es responsable por sus
camaradas, por el resultado de la batalla, y sobre todo, por la vida de
ellos, así como la suya. También se responsabiliza por dirigirlos,
disponer con su formación, llamarlos, defenderlos, donde hay unos ataques
constantes e inesperadosy todo se hace durante la batalla a gritos
hasta los cielos y no en voz baja o estar calladito como un
muerto. No me imagino a un tartamudo dirigiendo a 12 soldados, pues sería
lo mismo como un ciego guiando al otro ciego y el fin de la historia ya
conocen todos.
Ahora bien, Juan Bautista Villanueva informa que en la «Marquesa» mataron
los turcos más de 40 hombres y él fue herido de un flechazo en la
espalda. Otro testigo afirma que en el cuerno izquierdo, por la parte de
tierra, se trabó la batalla y pelea muy fuerte y cerrada, «y donde es
cierto que la gente y soldados de las galeras no estaban ociosos, sino
que todos meneaban las manos, y se cumplía así porque los enemigos eran
muchos y diestros en pelea naval», y revela que «solo tres caballeros
quedaron vivos en ella, y éstos mal heridos», pues «aquel día de la
batalla de Lepanto, que fue para la Cristiandad tan dichoso, porque en él
se desengañó el mundo y todas las naciones del error en que estaban
creyendo que los turcos eran invencibles por mar, en aquel día donde
quedó el orgullo y soberbia otomana quebrantada». ¿Quiénes eran estos
tres soldados? ¿Estuvo su hermano Rodrigo entre ellos?
Segundo, Cervantes era espía de Felipe II, enviado en la misión secreta a
Orán. Dudo que se mande a Cervantes, tartamudo, para hablar con el
alcalde de Mostagán. Se explica que por la tartamudez de Cervantes no
conocemos el tenor de las conversaciones secretas. Palabras hueras.
Tercero, conocemos la amistad y enemistad de Cervantes con Lope de Vega,
quien muchas veces no tenía la misma delicadeza y dulzura de expresarse
que Miguel. A título de ejemplo, dice Lope: «yo leí unos versos con
antojos de Cervantes que parecían huevos estrellados mal echos». ¿Por qué
no dijo nada de su tartamudez?
Por lo que se refiere a no saber las cosas, querida María, confieso que
sigo aprendiendo gracias a muchos maestros y amigos míos, y que tengo
mucha deuda con ellos y jamás la pagaré, pues «la sabiduría es más
preciosa que las perlas, ninguna joya se le puede comparar, en su mano
derecha hay larga vida, en su izquierda, riqueza y gloria, sus caminos
son una delicia, todas sus sendas son pacíficas, es árbol de vida para
los que se afierran a ella, felices son los que la retienen», Chris,
«Laus in Excelsis Deo».