Date: Fri, 07 Oct 2005 16:48:33
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From: Edition Reichenberger
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Subject: Cervantes, autor mimado por dioses olímpicos...
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Cervantes, autor
mimado por dioses olímpicos, así bien que hermosísimas diosas, y las
invectivas satíricas del Panormita
Cervantes, como él lo ve, es un favorito de los dioses del Olimpo
clásico. En el Viaje del Parnaso es invitado por Apolo a venir a
su gran congreso, convocado por él, y el dios Mercurio le sugiere
acompañarle al viaje en su navío fantástico. En el Prólogo del
Quijote de 1605 había aludido a su novela como hijo suyo y,
corrigiéndose, de su hijastro, concebido en una cárcel. Es decir, utiliza
un típico tópico de modestia afectada, tan estimada por el famoso erudito
Ernst Robert Curtius. Sin embargo, casi al mismo instante, Cervantes
cambia el rumbo del discurso: de la modestia afectada a una fanfarronada
exquisita:
...historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de
pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como se
engendró en una cárcel donde toda incomodidad tiene su asiento y donde
todo triste ruido hace su habitación? El sosiego, el lugar apacible, la
amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las
fuentes, la quietud del espíritu son grande parte para que las musas más
estériles se muestren fecundas y ofrezcan partos al mundo que le colmen
de maravilla y de contento.
Nótese bien: Miguel, ese socarrón taimado, no habla de una musa, su musa,
sino de las musas en plural, evocando a su „carísimo lector“ una
imagen bastante cómica: las musas, diosas olímpicas, hijas eruditas de
Apolo, en camiseta elegante o en cueros vivos, haciendo cola delante de
la cama de Miguel de Cervantes Saavedra, ansiosas de echar un polvo con
ese viejecito verde. Perplejo, el lector se pregunta, donde Cervantes ha
aprendido bromas tan fuertes, sino indecentes. Ciertamente no en el
estudio de su venerado Juan López de Hoyos. Tampoco, si seguimos los
incentivos de César Brandariz, con los venerables padres jesuitas en el
recién fundado estudio de Monterrey.
Desde 1569, el joven Cervantes vivió
en Italia, primero, como aprendemos detalladamente por el magnum
opus de Chris Sliwa, en casa del Cardenal Giulio Acquaviva, en Roma,
centro de todas las depravaciones. Y, como insinúa el Liber
facetiarum, de Poggio Bracciolini, en tiempos del Renacimiento,
incluso los secretarios papales se divertían con bromas bastante
frívolas. Pero Cervantes estuvo poco tiempo con el cardenal y se hizo
arcabucero en los tercios españoles del virrey de Nápoles.
Allí, y en Sicilia, Cervantes estuvo
cinco años en guarnición, vida aburrida, interrumpida solamente por la
batalla naval de Lepanto y otras excursiones militares en Corfú y
Navarino. Años en guarnición, aburridos de hastío y fastidio. Cinco años
vividos en una atmósfera de murmuración burlona e inteligente, nutrida
por las invectivas sarcásticas de Antonio Beccadelli, Il
Panormitas, fundador de la famosa Accademia Napoletana y autor del
Hermaphroditus. Cinco años aburridos y, a la vez, el
incentivo sugerente del Panormita. Porque Nápoles bullío, recordando y
evocando, a cada ocasión, sus bromas satíricas tan agresivas. Por encima,
hay que tener en cuenta la mentalidad de los paisanos napoletanos
respecto a esos militares españoles: ¡Qué placer sacar del tino esos
tíos, tan severos y orgullosos! Y, de en medio, un Cervantes, joven,
inexperimentado, pero inteligente y deseoso de saber. Con respecto a la
obra madura de Cervantes, lo que él aprendió en Nápoles de los versos
agresivos del Panormita, parece de suma importancia.
¿Se desean pruebas o documentos?
Bueno, existen. Primero. El soneto satírico Voto a Dios, que me
espanta esta grandeza, leído por Cervantes en la catedral de Sevilla,
al catafalco de Felipe II. Soneto satírico, que aplastó el renombre del
monarca finado y causó un escándalo tremendo. Segundo. El Quijote
de 1605, del primer capítulo hasta el fin, está lleno de invectivas
burlonas, pero en realidad justificadas, contra la nobleza, los clérigos,
e incluso, el sucesor del Rey Prudente, Felipe III. Tercero. Nobleza,
eclesiásticos, el mismo monarca, a Cervantes le parece poco: en el
Prólogo del Quijote de 1605, como lo pudimos constatar, se burla
de los dioses olímpicos evocando las Siete Musas del Parnaso, preñadas
por él, autor de una novela caballeresca. Sin embargo, tenía razón: su
Quijote, satírico hasta las cachas, es la novela número uno de la
literatura universal.
Kurt Reichenberger
Literatura
Brandatiz, César
Cervantes decodificado. Las raícer verdaderas de Cervantes y Don Quijote
y los tópicos que las ocultan. Madrid: Martinez Roca 2005, 337 pp.
Curtius, Ernst Robert
Literatura europea y Edad Media
latina. México: FCE 1995.
Reichenberger, Kurt
Cervantes and the Hermeneutics of Satire (Estudios de literatura 94).
Kassel / Barcelona 2005, 129 pp.
Reichenberger, Kurt
Cervantes, ¿un gran satírico? Los enigmas peligrosos del Quijote
descifrados para „carísimo lector“ (Estudios de literatura 97). Kassel /
Barcelona 2005, 191 pp.
Sliwa, Krzysztof
Vida de Miguel de Cervantes Saavedra (Estudios de literatura 95). Kassel
2005, 832 pp.