Estimados colegas,
Recibí una nota de Kurt Reichenberger dirigida a mí; no sé si es para
distribución o no. Como hay aspectos de ella que tienen que ver con
nuestro coloquio cervantino, he decidido editarla un poquitín: En
efecto, Kurt se pregunta si al al insistir en el sentido literal de una
obra como Don Quijote como el único modo permitido se reduciría la
novela a un libro de diversión (recordemos el ensayo de P. Russell,
"DQ as a Funny Book", en Modern Language Review
64.2 [1969]), o sea, a un libro que cuenta la historia de un loco que
ataca molinos de viento, mata inocentes ovejas y traspasa cueros de
vino. Kurt vería la reducción de esta lectura como un peligro, pues
entonces DQ sería similar a un «cómic para nenes» y piensa que se
arruinaría irreductiblemente así el renombre universal de
Cervantes.
En efecto estaría de acuerdo con Kurt. Pienso que DQ va más
allá de lo supuestamente divertido de, por ejemplo, Till
Eulenspiegel. Una lectura literal, ya sea de DQ o de
cualquier otro texto de cualquier índole, sería triste. Además,
pienso que sería imposible. Si fuera posible leer un texto en forma
literal (forma tan ajena a nuestra adánica naturaleza), no habría
necesidad de teólogos o abogados, o de críticos literarios.
Cordialmente,
ARL