Date: Tue, 15 Nov 2005 04:22:16 -0200
From: "Mario M. González" <[log in to unmask]>
Subject: Re: De Lillian von der Walde: Re: ARL: «¡qué risa, tía Felisa!»:  Coloquio Cervantes
To: "A. Robert Lauer" <[log in to unmask]>

Hace meses acompaño los debates sobre el Quijote en esta lista y agradezco al amigo Lauer la oportunidad de compartir tantos riquísimos cambios de opiniones. Al no considerarme un especialista en Cervantes no quise meter la pluma. Preferí escuchar. Pero acaba de tocarse algo en lo que, como lector del Quijote, creo posible exponer mi testimonio personal. Leí el Quijote por primera vez con unos 10 años, sin saber lo que leía. Guardo el recuerdo por dos cosas: porque una hermana de mi padre, de cuya pequeña biblioteca yo había sacado el libro, me dijo que guardase el título porque un día sabría qué estaba leyendo; y porque me reí muchísimo: el libro era enormemente divertido (es claro que yo mismo hice el recorte del texto original, leyendo lo que me divertía). A los 15 años, en la escuela secundaria, por consejo del profesor y como un desafío, volví a leerlo, ahora integralmente. Me resultó tristísimo; adolescente, tuve una pena enorme del protagonista. Cuando tuve que leerlo nuevamente, ya en la Facultad de Letras, descubrí que era una historia de amor, talvez porque yo mismo estaba imposiblemente enamorado. Ya profesor universitario, al releerlo para las clases, encontré en él un manual de teoría literaria. Una nueva lectura, pensando ya en clases del posgrado, me llevó a descubrir una inmensa parodia de aspectos de la historia de la España del siglo XVI. Hoy, casi ya por jubilarme, sé que la mejor, más placentera y válida lectura es la que reúne todas las anteriores, sin excluir ninguna. No veo el menor sentido reducir el Quijote a una única lectura, mucho menos polarizando la cuestión hacia lo cómico o lo trágico, que bien pueden coexistir. La lectura cómica pudo ser la de los contemporáneos de Cervantes que nos quedó de algún modo registrada. Pero no podemos ignorar la posibilidad de que hubiese otras, ya entonces. Caso contrario estaríamos negando el sentido del "Desocupado lector:" con que se abre el libro en el Prólogo. "Desocupado", porque el lector de muchos de los libros de caballerías nada debía hasta entonces decodificar, al leer textos que narraban "verdades" indudables. La ocupación de buscar sentidos, de "resolver paradojas" (como escribió mi colega Maria Augusta da Costa Vieira) es permanente ahora. Respetado el texto, caben múlples lecturas: todos sabemos que en eso está la primera razón del enorme éxito y permanente actualidad del libro. Lo mismo dígase del Lazarillo. Esa obra se abre avisando que, sin profundizar, se hallará deleite; ya el que "lea"... Concuerdo con Robert en que puede no tener nada de divertido, al ser "la historia de una corrupción" como lo llamó Julio Rodríguez-Puértolas; pero cabe dejar que quien así lo quiera no ahonde y se ría a carcajadas. Son obras "modernas" porque crearon el lector que somos, el lector con derecho a terminarlas.
Gracias. Un abrazo.
Mario M. González
Universidade de São Paulo
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From: A. Robert Lauer
To: [log in to unmask]
Sent: Tuesday, November 15, 2005 12:37 AM
Subject: Fwd: De Lillian von der Walde: Re: ARL: «¡qué risa, tía Felisa!»: Coloquio Cervantes



Date: Mon, 14 Nov 2005 20:04:21 -0600
From: Lillian von der Walde Moheno <[log in to unmask]>
Subject: Re: ARL: «¡qué risa, tía Felisa!»: Coloquio Cervantes
To: "A. Robert Lauer" <[log in to unmask]>

Quizá por ser (con base en la perspectiva de algunos) "simplona", y por no ser políticamente correcta, me interesan profundamente los temas del humor y la comicidad; además, disfruto las aventuras del ingenioso hidalgo con una sonrisa en la boca (muy frecuentemente, con una franca carjada). No voy a recordar que lo ridiculum implica “turpitudine  et deformitate”, tampoco lo que los muchos pensadores posteriores afirman, por ejemplo, sobre la relación entre crueldad y comicidad, pues son cosas muy sabidas por todos. Que el humor conduzca en ocasiones al espanto (algo así dijo M. Robert en relación con Kafka) es algo tan humano que no debe sorprender a nadie (no son en balde las numerosísismas investigaciones sobre el punto).  ¿Recordaré la risa --catártica, sin duda-- de todos los habitantes de la ciudad de México en el horror del terremoto de 1985, con los chistes al respecto? "Nuevo eslogan de la Ciudad: 'Visite México, el único país que lleva las ruinas a su hotel'". En síntesis, las aproximaciones académicas a los mecanismos del humor deben forzosamente incluir la realidad radical de la risa ante lo grotesco y lo cruel. Para sorpresa de algunos, la mayoría de los humanos reímos con esto una y otra vez por siglos y siglos...

          LILLIAN VON DER WALDE MOHENO
  Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa.
  San Rafael Atlixco, 186. Col. Vicentina. 09340 México, D. F.
  Tel. y fax: (52) (55) 5804-6583.
  Medievalia: [log in to unmask]
  URL: http://www.waldemoheno.net
       http://docencia.izt.uam.mx/walde/
  HISPANOMEDEVALISMO: RECURSOS EN LÍNEA (Literatura):
      http://www.waldemoheno.net/recursos.html

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From: "A. Robert Lauer" <[log in to unmask]>
To: [log in to unmask]
Sent: Mon, 14 Nov 2005 19:11:14 -0600
Subject: ARL: «¡qué risa, tía Felisa!»:  Coloquio Cervantes

> Estimados Joseph (Ricapito), David (Mackenzie) y colegas,
>
> Acabo de terminar, finalmente, el bello ensayo de Joseph Ricapito sobre “Cervantes and the Funny Book Syndrome,” A Celebration of Brooklyn Hispanism, eds. Malva Filer, Dominick Finello y William Sherzer (Newark, DE: Juan de la Cuesta, 2004), copia de cuyo artículo fue mandada a los colegas anteriormente en formato .PDF. 
>
> El ensayo me hizo recordar mi primera lectura de Don Quijote, en inglés, a la edad de 15 años.  Mi reacción ante esa primera lectura fue similar a la de Nabokov.  Pensé en efecto que DQ era un libro cruel.  Recuerdo además que jamás me hizo reír (sólo me ha hecho reír un quiasmo que no le sale bien a Sancho).  Después de mi lectura del ensayo de P. E. Russell, hace ya también muchos años, me sentí culpable de no haberme reído.  Hasta la fecha me he sentido culpable y he tratado de reír y de hacer reír a mis estudiantes (¡pobrecitos!).  Sin embargo, confieso que todavía pienso que la obra es excesivamente cruel, tanto en lo físico (en la primera parte) como en lo psicológico (en la segunda).  No veo mucha diferencia entre el castillo de los duques en la segunda parte, por ejemplo, y el castillo Silling de Les 120 Journées de Sodome del Marqués de Sade, aunque tengo que admitir que las exageraciones de Sade me han hecho reír (sardónicamente), y no las de Cervantes.  Para ser totalmente justo con Cervantes, no comparto la idea de Sismondi de que el Quijote sea el libro más triste que se haya escrito, aunque a la edad de 15 años acaso sí hubiera opinado de esa forma.  Mi lectura del Quijote se asemeja a la de Max Singleton, antiguo profesor mío, cuyo ensayo, “Don Quixote: Sin, Grace and Redemption,” Estudios literarios de hispanistas norteamericanos dedicados a Helmut Hatzfeld, eds. Joseph M. Solà-Solé et alii, 195-207, sigue convenciéndome.  En efecto, pienso que DQ es un libro feliz por su final tan barroco y apropiado.  Estoy de acuerdo con la opinión de Henry W. Sullivan en Grotesque Purgatory que DQ logra curarse por sus encuentros humanos, sobre todo con la antojadiza Altisidora, a quien rechaza terminantemente.  Otrosí, pienso que el supuesto humor de la obra es tan repugnante para justificar acaso ese alegre fin que es en efecto un escape de lo transitorio, lo ambiguo, lo incierto y lo falso de este valle de lágrimas.  Así que no, DQ no parece ser un libro de risas, como tampoco sería el Lazarillo (me sorprende que encuentro esta última obra más y más escandalosa cada vez que la releo).  No creo que sea yo acaso incapaz de reírme.  Til Eulenspiegel siempre me ha hecho reír, acaso por lo inocuo de su humor.  Me he podido reír --a carcajadas-- con obras de Aristófanes, Plauto, Mihura, Jardiel Poncela,  Ibargüengoitia . . . .
>
> Después de haber leído el ensayo del colega Joseph Ricapito, puedo liberarme de esa falsa risa que pensé que debía expresar, al menos ante mis estudiantes (¡pobrecillos!), y opinar, como opina Joe al final de su artículo, que “Don Quijote is not a funny book, but one that touches on all aspects of life.”
>
> Gracias, Joe.
>
> Cordiales saludos a todos de
>
> ARL
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