>Date: Fri, 03 Mar 2006 00:09:43 +0000 >From: Edgar Alberto Marroquín MoralesgTW9yYWxlcw== > <[log in to unmask]> >Subject: El entrañable don QuijoteXVpam90ZQ== >To: [log in to unmask] > > >EL ENTRAÑABLE DON QUIJOTE > >Por Edgar Alberto Marroquín Morales > >[log in to unmask] > >La lectura del libro de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, >además de ser amena y entretenida, también propone mucha sabiduría que en >nuestros tiempos es de cardinal importancia por ser, el autor y el >personaje, hijos de la España de las Tres Culturas, almácigo en el cual, >árabes y judíos compartieron la misma trinchera. > >Más amena puede resultar si conocemos la columna vertebral o el andamio >que sostiene los contenidos de la obra. Ésta columna se encuentra en el >Prólogo, si leemos con los ojos de una percepción purificada y no con el >perdonavidas racionalismo integrista que provocó el Holocausto en el siglo >del mismo nombre, por haber actuado en contra de la inteligencia y la >misma razón. Dice Don Quijote: > >"...la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de >las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, >advertencia de lo por venir." (I, IX). > >Cuando se escribió esa genial epopeya, la realidad internacional era >similar a la de nuestro tiempo. En el Prólogo de Don Quijote de la Mancha, >en nuestra opinión, se encuentra la cabeza de las vértebras de la obra >cervantina, concretamente en los "Versos Preliminares", donde dice: > >"No indiscretos hieroglí- > >Estampes en el escú-; > >Esto quiere decir que los mensajes proféticos están en los escudos de los >caballeros andantes que aparecen en la novela. Esto, como apuntamos, hace >más entretenida la lectura porque estaremos pendientes de los jeroglíficos >que vayamos encontrando en los escudos, para ir resolviendo rompecabezas o >enigmas, los cuales son inocuos pero en aquellos tiempos inquisitoriales >no se podía nombrar las cosas tal como son. Como nos pudimos dar cuenta, >los versos están inconclusos, si alguien pudiese descifrar o concluir el >resto de las líneas, pido que me lo haga saber para que entre todos >podamos comprender la magia del maravilloso libro. Yo me comprometo a >enviar las señales que encontré, sin interpretarlas, pues esa ya es tarea >de cada cual, interpretar el manuscrito encontrado en la botella que los >mares del tiempo arrojaron hasta nuestros fatigados litorales. > >Pienso que todas las religiones son sectas (incluyendo las esotéricas y la >Ilustración) que deben aprender a convivir entre sí y configurar, entre >todas, la burocracia (la liturgia, el ritual, para ser más espirituales) o >el altar donde se establece la comunión con Dios. > >Siguiendo con los entretelones del Plan General de la obra de Cervantes, >el Oráculo, el Código de la Mancha, en el Canto o Capítulo 18 del Primer >Libro, encontramos a varios caballeros con sus respectivos escudos, en un >fragmento deslumbrante, de insuperable cromatismo, que es el cuerpo de la >cabeza vertebral de la obra. En este trozo exquisito, que sin duda leyó >Nostradamus y los genios de la literatura universal (incluyendo a >Shakespeare, Goethe, Dostoiewski, Borges), encontramos una metáfora de >nuestro tiempo. Más bien es una Vision; dejemos que los protagonistas de >la gesta gloriosa hagan la introducción jocosa hacia el fragmento o espejo >de la realidad actual. Los comentarios sobre economía son inútiles sin >guarismos; así la literatura; el lector debe entender lo que dice la cita, >no lo que el taumaturgo diga que dice la cita; sin embargo, al final de >este fragmento se advierte de una posible disputa entre árabes e hindúes: > >"–Éste es el día, ¡oh Sancho!, en el cual se ha de ver el bien que me >tiene guardado mi suerte; éste es el día, digo, en que se ha de mostrar, >tanto como en otro alguno, el valor de mi brazo, y en el que tengo de >hacer obras que queden escritas en el libro de la Fama por todos los >venideros siglos. ¿Ves aquella polvareda que allí se levanta, Sancho? Pues >toda es cuajada de un copiosísimo ejército que de diversas e innumerables >gentes por allí viene marchando. > >–A esa cuenta, dos deben de ser –dijo Sancho–, porque desta parte >contraria se levanta asimesmo otra semejante polvareda. > >Volvió a mirarlo don Quijote, y vio que así era la verdad; y, alegrándose >sobremanera, pensó, sin duda alguna, que eran dos ejércitos que venían a >embestirse y a encontrarse en mitad de aquella espaciosa llanura (...) > >–Señor, ¿pues qué hemos de hacer nosotros? > >–¿Qué? –dijo don Quijote–: favorecer y ayudar a los menesterosos y >desvalidos. Y has de saber, Sancho, que este que viene por nuestra frente >le conduce y guía el grande emperador Alifanfarón, señor de la grande isla >Trapobana; este otro que a mis espaldas marcha es el de su enemigo, el rey >de los garamantas, Pentapolén del Arremangado Brazo, porque siempre entra >en las batallas con el brazo derecho desnudo." > >El lector no debe irse con la finta, debe leer toda la obra, de bocadillo >en bocadillo, de capítulo (Visión) en capítulo, y no debe olvidar que el >autor, como no era sectario, por algo dijo que su historia la había >encontrado escrita en árabe, y que él la tomó de una traducción que le >hicieran del escritor arábigo Cide Hamete Benengeli. Vayamos a los Escudos >con los mensajes, no olvidemos la lamparita de minero ni los picos de >excavador, los mismos que le ayudarán a escalar o salir de la Cueva de >Montesinos. No olvide que los primeros son los batallones de Oriente: > >"Pero estáme atento y mira, que te quiero dar cuenta de los caballeros más >principales que en estos dos ejércitos vienen. Y, para que mejor los veas >y notes, retirémonos a aquel altillo que allí se hace, de donde se deben >de descubrir los dos ejércitos. > >(...) con voz levantada comenzó a decir: > >–Aquel caballero que allí ves de las armas jaldes, que trae en el escudo >un león coronado, rendido a los pies de una doncella, es el valeroso >Laurcalco, señor de la Puente de Plata; el otro de las armas de las flores >de oro, que trae en el escudo tres coronas de plata en campo azul, es el >temido Micocolembo, gran duque de Quirocia." > >Reparemos en que ya mencionó dos escudos, los de los caballeros que >comandan a los escuadrones árabes. A continuación menciona a un personaje >bíblico, el nombre del personaje que lo persigue sin tregua en la ficción, >hasta que le da alcance y le da muerte a Don Quijote, pues éste, >malherido, murió pocos días después del combate. No olvidemos que esa >guerra se libró en dos batallas y la primera la ganó el valiente de >España, que perdió el segundo combate porque su cabalgadura estaba >maltrecha de tanto andar por el mundo desfaciendo agravios y amparando a >los desfavorecidos. La primera parte del párrafo o de la descripción el >manchego la termina así: > >"...el otro de los miembros giganteos, que está a su derecha mano, es el >nunca medroso Brandabarbarán de Boliche, señor de las tres Arabias, que >viene armado de aquel cuero de serpiente, y tiene por escudo una puerta >que, según es fama, es una de las del templo que derribó Sansón, cuando >con su muerte se vengó de sus enemigos." > >De esto, entre otras muchas lecturas, se desprende la de que algunos >acorralados, aunque hayan dado pie para estarlo, prefieren morir >destruyendo. En la novela el lector disfrutará mucho este fragmento (uno >de los que más embodega energía), pues leyéndolo sin interrupciones es >como se aprecia su belleza. Ahora sepamos quienes son los caballeros de >los ejércitos de Occidente, que jinetean sus alfanas y sus cebras, en los >que no faltan los de Francia, tierra de templarios y del nacimiento, >quizá, de las sagas artúricas de los caballeros de la Tabla Redonda: > >"Pero vuelve los ojos a estotra parte y verás delante y en la frente >destotro ejército al siempre vencedor y jamás vencido Timonel de >Carcajona, príncipe de la Nueva Vizcaya, que viene armado con las armas >partidas a cuarteles, azules, verdes, blancas y amarillas, y trae en el >escudo un gato de oro en campo leonado, con una letra que dice: Miau, que >es el principio del nombre de su dama, que, según se dice, es la sin par >Miulina, hija del duque Alfeñiquén del Algarbe; el otro, que carga y >oprime los lomos de aquella poderosa alfana, que trae las armas como nieve >blancas y el escudo blanco y sin empresa alguna, es un caballero novel, de >nación francés, llamado Pierres Papín, señor de las baronías de Utrique; >el otro, que bate las ijadas con los herrados carcaños a aquella pintada y >ligera cebra, y trae las armas de los veros azules, es el poderoso duque >de Nerbia, Espartafilardo del Bosque, que trae por empresa en el escudo >una esparraguera, con una letra en castellano que dice así: Rastrea mi suerte." > >Con el deslumbrante buscapié, teniendo conciencia del desafío que el autor >plantea, el de abrir las puertas de la imaginación para que el lector >encuentre en las entrañas los contenidos, las enseñanzas y denuncias >descritas en la obra, la lectura se torna apasionante, al ir corriendo las >páginas sin dejar de estar pendiente de la otra señal del mapa del tesoro >escondido detrás de la frase: "Rastrea mi suerte." > >Inmediatamente después el visionario, símbolo de encuentro entre culturas, >enumera algunos elementos identitarios del imaginario de ambos escuadrones >fronteros. Sobre los primeros menciona las dulces aguas del famoso Janto; >los que criban el finísimo y menudo oro en la felice Arabia; el claro >Termodonte; los que sangran por muchas y diversas vías al dorado Pactolo; >los númidas, dudosos en sus promesas (belicosos como los celtas de la cruz >gamada nacionalsocialista); los persas, arcos y flechas famosos; [los] >partos, los medos, que pelean huyendo; los árabes, de mudables casas; los >citas, tan crueles como blancos; los etiopes, de horadados labios. En >estotro escuadrón vienen el olivífero Betis; los del dorado Tajo; los del >divino Genil; los que se alegran en los elíseos jerezanos prados; los >manchegos, ricos y coronados de rubias espigas; los de hierro vestidos, >reliquias antiguas de la sangre goda; los de las estendidas dehesas del >tortuoso Guadiana, celebrado por su escondido curso; los que tiemblan con >el frío del silvoso Pirineo y con los blancos copos del levantado Apenino; >finalmente, cuantos toda la Europa en sí contiene y encierra. > >Después don quijote vuelve a tocar la diana con este recordatorio: "¿No >oyes el relinchar de los caballos, el tocar de los clarines, el ruido de >los atambores?". Cerca del final del la plancha o capítulo 18, del >manantial donde los posteriores genios tuvieron puesta la mirada, el >caballero andante vuelve a arremeter con un canto de fe y esperanza, el >teorema que el actual orden absolutista rechaza, por sus anticuerpos, sus >trazas de intolerancia: "Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro >si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales >de que presto ha de serenar el tiempo"... > >Lo que advirtió Cervantes sin rodeos es que de "caballeros andantes está >necesitado el mundo". Al final de la ruta astral de la opera prima: Don >Quijote de la Mancha, el lector quizás verá al contaminado planeta >simbolizado por un barco que brega por cambiar su curso, pues se dirige al >despeñadero. Sin duda, sigue siendo titánica la lucha de la potente >alegoría manchega y su escudero andante. En todo caso, con el quijote que >todos llevamos dentro, seremos partícipes del canto a la libertad en el >espléndido concierto universal, donde debe imperar el desideratum de la >cultura Hippie y su lema en señal de victoria al final de su arremangado brazo. > > > > > > > >---------- >Nuevo MSN Messenger <http://g.msn.com/8HMBESGT/2743??PS=47575>Una forma >rápida y divertida de enviar mensajes