Date: Mon, 01 May 2006 16:49:51 +0200 (CEST)
From: Sofía Cedazo Espinosa <[log in to unmask]>
Subject: El amante liberal
To: Lista Cervantes <[log in to unmask]>

Señoras y señores:
 
¿Me permiten un tema... discreto?
 
Leo desde hace años, no muchos, con frecuencia, El amante liberal. La novela comienza con un pianissimo agitatto, que diríamos en teoría de la música (soy música de vocación y de profesión, al margen de mis discretos estudios universitarios). Vds., en teoría de la literatura, tal vez, hablarán de comienzo abrupto, in medias res, como en las antiguas novelas griegas de aventuras. Pero ese, digamos, rudo epimitio, es muy suave, porque es un monólogo, porque está en boca de un cautivo, porque el personaje habla contemplando unas ruinas jóvenes (Nicosia acaba de caer, dirían los cristianos), y sobre todo porque Ricardo es un sentimental, que está enamorado de una mujer de la que carece, y al que el narrador inicialmente maltrata mucho, sin duda para distanciarse de él, con cinismo, ante el lector recién llegado a la historia. Porque el narrador premiará finalmente a Ricardo, en un epinicio final exaltado por la unión con Leonisa. Me pregunto por la originalidad de este monólogo cervantino...
 
Y cito a Cervantes, para concluir confesando que me gustará mucho leer sus interpretaciones literarias y cervantinas (no de otro tipo). En música es preferible el silencio a la desafinación, pero la disonancia no sólo es legítima, sino necesaria, siempre y cuando los intérpretes respeten el contrapunto.
 
Gracias,
 
Sofía
 
—¡Oh lamentables ruinas de <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />la desdichada Nicosia, apenas enjutas de la sangre de vuestros valerosos y mal afortunados defensores! Si como carecéis de sentido, le tuviérades ahora, en esta soledad donde estamos, pudiéramos lamentar juntas nuestras desgracias, y quizá el haber hallado compañía en ellas aliviara nuestro tormento. Esta esperanza os puede haber quedado, mal derribados torreones, que otra vez, aunque no para tan justa defensa como la en que os derribaron, os podéis ver levantados. Mas yo, desdichado, ¿qué bien podré esperar en la miserable estrecheza en que me hallo, aunque vuelva al estado en que estaba antes desde en que me veo? Tal es mi desdicha, que en la libertad fui sin ventura, y en el cautiverio ni la tengo ni la espero.<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />
Estas razones decía un cautivo cristiano, mirando desde un recuesto las murallas derribadas de la ya perdida Nicosia, y así hablaba con ellas, y hacía comparación de sus miserias a las suyas, como si ellas fueran capaces de entenderle; propia condición de afligidos, que, llevados de sus imaginaciones, hacen y dicen cosas ajenas de toda razón y buen discurso.
En esto salió de un pabellón o tienda, de cuatro que estaban en aquella campaña puestas, un turco, mancebo de muy buena disposición y gallardía, y llegándose al cristiano le dijo:
—Apostaría yo, Ricardo amigo, que te traen por esos lugares tus continuos pensamientos (Cervantes, El amante liberal).
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Sofía Cedazo Espinosa
Madrid (España)



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