He estado pensando sobre los respectivos 
comentarios de Jürgen Hahn y Kurt Reichenberger 
(favor de ver abajo) para el Coloquio Cervantes 
sobre “gendered readings” y el feminismo cervantino.  He aquí mi contribución.

Primero, el término “gender” es ambiguo en inglés 
(género literario / género gramatical [masculino, 
femenino, neutro] / clase o especie / sexo 
[masculino, femenino]), razón acaso por qué tú 
Jürgen escribió la frase en inglés.  La 
traducción al español de la frase susodicha no 
podría ser «lecturas [o interpretaciones] 
genéricas» sino «lecturas [o interpretaciones] 
sexuales», lo cual me suena raro.  Por lo tanto, 
la pregunta de Jürgen a la colega Liza Vollendorf 
(quien no es parte del Coloquio Cervantes, aunque 
alguien acaso pudiera invitarla a formar parte de 
él [yo no tengo su dirección]) si una “gendered 
reading” («interpretación sexual») tendría que 
incluir a ambos sexos tendría que ser afirmativa, 
a pesar de su «silencio hermético», según nos 
cuenta Jürgen.  De no ser así, sería necesario 
precisar, acaso proponiendo una «interpretación 
de mujer [¿femenina? / ¿feminista?]» o una 
«interpretación de hombre [¿masculina? / 
‹¿masculinista?›]».  Esta precisión me lleva a 
otro problema, sugerido en efecto por Kurt, quien 
nos habla de Cervantes como «un gran 
feminista».  O sea, cuando Kurt usa la palabra 
feminista, creo que todos sabemos a lo que se 
refiere en el contexto literario 
cervantino.  Cervantes se esmera en la 
presentación de personajes femeninos 
excelentemente desarrollados (los citados por él: 
la Gitanilla, Maritornes, Dorotea, etc.).  A la 
vez, estoy totalmente de acuerdo que los 
personajes cervantinos masculinos mencionados por 
Kurt (el cura, el barbero, acaso también don 
Fernando) no están tan bien desarrollados como 
las mujeres.  Por lo tanto, parecería en efecto 
que Cervantes simpatiza más con, o conoce mejor 
a, o prefiere desarrollar más detalladamente a 
las mujeres que a los hombres de sus novelas.

Aunque lo anterior me satisface, me doy cuenta de 
ciertos problemas.  Primero, a estas alturas, 
hablar de “gendered readings” o “interpretaciones 
sexuales” me parece raro.  Si los términos 
hubieran sido “Protestant [Reformed] readings” o 
«interpretaciones protestantes [reformadas]», 
acaso no tendría ningún problema.  Podría pensar 
acaso en el supuesto erasmismo de Cervantes y 
leer ciertos pasajes literarios en forma, acaso, 
«luterana» o «calvinista», si fuera 
posible.  Pero ¿qué es una interpretación 
sexual?  Lo digo sin ironía.  En este momento 
histórico (en EEUU), el momento en que ya no 
usamos ni siquiera términos como «transexual» o 
«transvestita» sino, en inglés, “trangender” 
(para incorporar los términos ya nombrados 
anteriormente [no puedo imaginarme la traducción 
al español, ya que “gender” en el sentido usado 
aquí sería «sexo» en español, aunque el término 
en inglés se usa no en un sentido biológico sino 
cultural]), la idea de una interpretación sexual 
(“gendered”) me parece arcaica (y 
rara).   Obviamente, no deseo aparentar ser 
ingenuo.  Los términos usados aquí no pueden ser 
términos biológicos.  Después de Lacan, hablamos 
de «hablantes», no de sexos.  Aun en Freud (y en 
el discurso médico vigente de este siglo XXI), 
hablar de «sexos»  (en el sentido biológico) es 
algo raro, ya que antes de nacer, los embriones 
tienen ambas posibilidades sexuales; 
genéticamente predomina después un sexo.  A la 
vez, con la edad perdemos los rasgos «masculinos» 
o «femeninos» (hormónicamente hablando).  Somos 
en efecto seres biológicos sexualmente algo 
inconstantes, aunque no tanto como esos peces que 
por necesidad ambiental cambian de 
sexo.  Volviendo a Lacan, si somos entes 
hablantes en una lucha constante en lo real entre 
lo cognitivamente imaginario y simbólico, hablar 
de sexo (en el fluctuante sentido biológico) a 
estas alturas me parece ya una broma pesada.

Pero obviamente no estamos hablando de sexo en un 
sentido biológico sino cultural (y acaso 
político).  No obstante, mi problema sigue siendo 
gramatical.  Vivo consultando diccionarios, 
buscando las palabras más nimias, que son las que 
más problemas me causan.  Tanto en español como 
en inglés podemos usar el término “feminist” 
(«feminista»).   Pensadoras téoricas del 
Feminismo francés (pensemos en Cixous, Irigaray, 
Kristeva) aceptan como feministas a hombres 
(biológicamente hablando) como Jean Genet, por 
ejemplo, por ser más «vaginales» (término de 
Irigaray) en su escritura (más fluidos) que 
escritores «falocéntricos».  Mi problema es que 
puedo entender de qué están hablando Cixous, 
Irigaray y Kristeva; puedo también entender por 
qué Jean Genet (autor que a mí me encanta) 
formaría parte de su campo.  Lo que no puedo 
captar es lo que sería lo opuesto a un autor 
feminista como Genet.  O sea, gramaticalmente 
hablando, no hay autores «masculinistas» 
(“masculinist”) ni en español ni en inglés.  A la 
vez, si tratara de imaginarme a un autor o a un 
personaje literario «masculinista», no creo que 
pudiera encontrarlo, salvo acaso en algún mito 
cultural como el del »Ur-Vater« propuesto por 
Freud en Der Mann Moses und die monoteistische 
Religion.  A la vez, cualquier individuo o 
personaje que se acercara al mito del prístino 
progenitor probablemente sería asesinado para 
salvaguardarse por un tipo de »Ur-Horde«.

O sea, hay hombres y mujeres (aunque estas 
categorías son inestables, tanto cultural como 
biológicamente hablando).  Hay mujeres feministas 
(aunque no toda mujer es feminista).  Hay también 
hombres feministas (Jean Genet [a veces se coloca 
a Nietzsche en este campo <no por ningún aspecto 
de su vida personal sino por su forma de estilo, 
tan diferente del estilo filosófico de su 
época>]).  Pero no hay hombres masculinistas, 
salvo en mitos (el »Ur-Vater« por excelencia 
sería Saturno devorando a sus hijos).  Pensemos 
en personajes literarios (o históricos) que 
consideramos «masculinos»  y encontraremos lo que 
yo ahora (no Irigaray, aunque el término es de 
ella) llamaría personajes o individuos 
«vaginales» o «fluidos» (necesariamente 
inestables). Un Rodrigo Díaz de Vivar (en la 
epopeya) es un hombre fuerte, varonil, legalista, 
a veces impetuoso y rebelde (en el 
Romancero).  Pero es también un hombre que llora 
al salir de Burgos, que llora al abrazar a sus 
hijas, que ama a sus soldados, que es capaz de 
caridad en actos de guerra.  Aun los héroes 
clásicos, tan supuestamente rígidos e 
inflexibles, tienen sus dudas y son capaces de 
cambiar de parecer, aunque sin éxito (pensemos en 
el Creonte de Antígona); pueden ser víctimas de 
burlas y de grandes sufrimientos (Ajax); pueden 
ser perseguidos inexorablemente y darse por 
vencidos ante un dios que tiene que bajar del 
cielo para salvarlos (Orestes).  Nuestros héroes 
bíblicos pueden ser grandes guerreros y, 
simultáneamente, cometer fallos tácticos de 
índole sentimental (mandar a la muerte a Urías, 
perdonar a Amón, tratar de salvar a Absalón, 
mandar matar a Joab) que les cuesta el trono y 
casi la vida (David); aun el Salvador se siente 
solo y abandonado en sus últimos momentos.  Acabo 
de ver la película Million Dollar Baby, película 
con personajes y actores tan varoniles como Clint 
Eastwood y Morgan Freeman.  Una jovencita (Hilary 
Swank) los puede enternecer y convertir en 
llorones dispuestos a hacer lo que sea 
simplemente por «sentimientos» que ni siquiera 
ellos logran entender totalmente.  Acabo de ver 
otra gran película, acaso la mejor película de 
tema de guerra que haya visto en mi vida, 
Zwartboek (Holanda, 2006) de Paul Verhoeven: ¡qué 
personajes más inestables, qué personajes más 
humanos!  Pero volvamos a lo nuestro, el 
Barroco.  Siempre he pensado que la crítica se ha 
equivocado terriblemente en ver a personajes 
barrocos como Gutierre o Mencía (de El médico de 
su honra de Calderón) como personajes estables 
(malo el primero; inocente la segunda).  No lo 
son.  Son totalmente inestables, fluidos, 
«vaginales»: Gutierre es tan firme como voluble, 
hasta el punto de enloquecer.  Mencía nunca logra 
sobreponerse a sí misma.  Aun el rey, tan 
«eficaz» en su audiencia real, es incapaz de 
remediar una situación que lo afecta a él 
personalmente.  Ni cruel ni justiciero: don Pedro 
es simplemente humano: a veces haciendo justicia, 
a veces volviéndose histérico (por así decir) y 
convirtiéndose en rex inutilis.  En fin.

Volvamos a Cervantes.  Cuando hablamos de 
personajes como Dorotea o Maritornes, lo que 
tenemos es un par de personajes bien 
desarrollados, o para mejor decir, personajes del 
Barroco: puta y deforme (hasta un punto de 
caricatura) la primera, pero capaz de caridad 
cristiana ante el manoteado Sancho (por lo tanto 
humana, o «humanizada»); mancebo, dama, villana y 
princesa la segunda, capaz de perderlo todo en 
cualquier instante, triunfante finalmente en sus 
logros, aunque casi por accidente.  No podría ser 
de otra forma.  Cervantes es un gran escritor por 
su capacidad artística de ver tantas dimensiones 
humanas y estéticas, hasta el punto de darnos 
acaso una definitiva lectura transexual (en el 
caso dorotesco).  Es «feminista» porque es humano 
(podríamos llamarlo «humanista», pero el término 
es tan obtuso como el de «feminista»; digámoslo 
claramente: es buen escritor).  No es 
«masculinista» porque la categoría no existe ni 
puede existir, ni en la vida real ni en la 
ficción estética (aunque se vean atisbos de esto 
en mitos <cuya función sería religiosa, 
antropológica o sicológica>; en literatura de 
tesis o de propaganda política, social, o 
religiosa <cuya función no es estética sino 
ideológica>; en pornografía, en caricaturas y en 
literatura infantil <cuya función es 
meta-estética: filosófica en la primera, pedagógica en la segunda y tercera>]).

Cordialmente,

ARL


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  Date: Thu, 10 May 2007 16:34:47 +0200
From: Edition Reichenberger <[log in to unmask]>
Subject:
To: [log in to unmask]

Dear Robert,

otra vez, ¡mis felicitaciones! El tema propuesto 
por Jürgen es óptimo. Y merece gran atención por 
parte de los y las cervantistas. Por la simple 
verdad de que, aparentemente, Cervantes, es un gran feminista.

             ¿pruebas? Existen. Por regla 
general, sus protagonistas femeninas son personas que merecen nuestra simpatía:

La Gitanilla, la Ilustre Fregona y, en el 
Quijote, las dos mozas en la venta del andaluz. 
Son fulanitas, pero dan a comer al hambriento 
caballero como a un nene. Pues Maritornes. Es 
ligera de cascos y muy alegre en la cama, pero 
unta al apaleado Sancho y le da que beber al 
pobre manteado, prueba convincente que es un 
ánima cándida con el corazón amable y generoso.

             La joven Dorotea, hija de labradores 
ricos, adora a sus padres y, enérgica e 
inteligente, es sumamente simpática. ¿Y los 
hombres? En vivo contraste, Don Quijote, el 
protagonista, tiene conceptos nobles, pero es 
inepto para realizarlas. El cura del lugar es un 
hipócrita. Ha leído todos los libros de 
caballerías, considerado fatales y execrados por 
sus superiores. El barbero Maese Nicolás es un 
estúpido presuntuoso, el noble don Fernando es 
esposo infiel y bastante brutal. El único hombre 
completamente simpático es Pedro Alonso, vecino socorrido y gracioso.

Cordiales saludos

Kurt

Edition Reichenberger
<http://www.siglo-de-oro.eu>www.siglo-de-oro.eu
www.reichenberger.de


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>Date: Tue, 08 May 2007 08:53:20 -0700 (PDT)
>From: Juergen Hahn <[log in to unmask]>
>Subject: Pomona 2007: Estudios culturales, un comentario
>
>Querido Roberto, estimados colegas,
>
>Habiendo presenciado, y con gusto, otro simposio
>cervantino, esta vez el de Pomona, California 2007, se
>me ocurrió lo útil y gustoso que sería tener
>observaciones o impresiones de parte de quienes
>asistan a tales convenios, para que todo lo dicho no
>quede
>completamente aislado. La verdad es que no todos
>podemos asistir a todas las conferencias, por
>diferentes razones. Y aunque puedan resultar
>publicaciones, éstas suelen tomar tiempo. Por otro
>lado, el internet nos ofrece la oportunidad de brindar
>algunas opiniones personales, las que no necesitarían
>ser reportajes completos, pero que sí podrían
>comunicar un poco de la tonalidad de lo transcurrido.
>
>En el caso de Pomona el tema general era el de
>Cervantes y los estudios culturales, una temática de
>gran envergadura y de gran promesa. Eso lo afirmo yo a
>pesar de que a veces se me achaque de excesivo
>escepticismo hacia la temática. Es todo lo contrario,
>creo firmemente en su valor, sólo insisto en que sean
>científicos y no ideológicos. Y en Pomona se vieron
>los dos tipos. La presentación más ejemplar me parecía
>ser la de Steven Hutchinson, con su vasto panorama del
>contexto mediterráneo de la "Historia del cautivo".
>Espero ver el texto escrito para poder verificar mi
>impresión. Si es tan exacta como otra de la misma
>temática, la de Montaner Frutos en "Anales
>Cervantinos" 2005, me alegraré. Porque los dos dirigen
>sus observaciones culturales en la dirección en que se
>espera: la de Cervantes mismo.
>
>Sin embargo, éste no era el caso en las ponencias en
>donde la cultura en cuestión no era la Cervantes sino
>la de los ponentes. Y cuando ésta resulta ser impuesta
>sobre Cervantes (y esto con tan poco fundamento
>empírico) el efecto es más que cuestionable.
>
>Por ejemplo, en otra ponencia se insistió mucho en que
>los numerosos disfraces hombre/mujer representan
>afirmaciones de una ideología de travestismo sexual.
>Lo siento, pero a mi modo de ver, ¡sólo el
>freudianismo-lacanianismo moderno con su sexualidad
>histérica, muy descreditado ya por ser
>pseudo-científico, podría llevar a tal conclusión!
>Porque tal interpretación desvalida todo el infinito
>placer estético que sacaban los lectores de entonces
>de este "engaño a los ojos", los disfraces de todo
>tipo, entre los cuales el componente hombre/mujer era
>sólo uno entre otros, cosa que los estudios
>psicologistas recientes generalmente dejan sin
>mencionar. Para recibir una visión equilibrada del
>asunto, habría que remontarse a las interpretaciones
>de Vossler y Spitzer al respecto, quienes mejor que
>nadie apreciaron este juego a la vez poético y
>trascendental.
>
>Lo mismo sucede con el feminismo. Claro que puede
>decirnos cosas válidas, pero ¿a qué precio? Cuando le
>pregunté a una de las presentadoras, Liza Vollendorf,
>si la "gendered reading", piedra de toque de su
>programa de enseñanza, podría o debería incluir a los
>dos "genders", y no sólo el femenino, ella me contestó
>con un silencio hermético.
>
>Este hermetismo, este mutismo guetoizante, a mí como
>humanista, me parece trágico. No sólo porque va en
>contra del lema del "multiculturalismo" tan en voga
>hoy, sino también en contra de lo que representa la
>obra de Cervantes. Cervantes como Shakespeare y como
>pocos otros autores es un genio universal, y tarde o
>temprano cualquier interpretación que no desemboque en
>este mar universalista cervantino pecará de
>falsificación. Porque sin este empuje universalista,
>¿qué nos queda fuera de unos estrechos cultos
>ideológicos, sectarios, aislantes y (repito)
>guetoizantes? Más aún, si no insistimos en una visión
>universal vis-a-vis nuestros estudiantes, no los
>estamos traicionando a ellos tanto como a Cervantes?
>Nadie quiere quitar al individuo el derecho de escoger
>su propia interpretación privada. Tenemos libertad de
>conciencia. Pero cuando es cuestión de transmitir una
>visión integral de Cervantes a los jóvenes, ¿no
>tenemos un deber absoluto de ofrecer la visión
>completa, confirmada ya por cuatro siglos de historia?
>Y no me refiero sólo al feminismo, sino a todos los
>consabidos "-ismos" sectarios que se esconden bajo la
>rúbrica de "estudios culturales".
>
>Ésta, pues, era la impresión más penetrante que se me
>quedó en Pomona. Entiéndase que no me estoy quejando
>del evento mismo. Todo lo contrario: Por este lado
>todo estuvo magnífico: Participantes con buen
>espíritu, un anfitrión amable y generoso. Pero eso no
>quita que algunos problemas críticos se quedaron en la
>mesa, "problemas como puños", para decirlo así,
>inmitigables por una sola conferencia.
>
>Saludos a todos,
>
>Juergen Hahn
>CCSF
>____
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Prof. A. Robert Lauer
The University of Oklahoma
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Tel.: 405-325-5845 (office); 405/325-6181 (OU 
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<http://www.ou.edu/cervantes/coloquiocervantes.html>Cervantes 
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Teatro de los Siglos de Oro