Una notita colegas ilustres para animar la cosa… Además de la sociedad moderna toda llena de máquinas que se convierten en historia una semana después de nacer y cacharros tan raros como la mitad de las cosas que el pobre Don Quijote se encuentra entre castillo y venta, conviene no olvidar que el mismo enemigo, usando lenguaje ameno y casero si se quiere, y sin deseo de ofender a nadie, muchas veces lo tenemos en casa (recordemos las ocasiones en que las guerras internas se han cepillado el sistema existente). Voy al grano, a veces otras lenguas vecinas o los vecinos (recordemos el entremés) que ni comen ni dejan comer, prefieren matar al español (con Quijote o sin Quixote), y por extensión a los programas de literatura, y a los profesores (todo hay que decirlo) de esta sabia lengua, y hundir el barco con todos dentro antes que dejar que alguno escape… Saludos a todos desde Colorado. J. Luis José Luis Suárez-García, Ph.D Professor of Spanish Department of Foreign Languages and Literatures Colorado State University Fort Collins, CO 80523-1774 http://www.Colostate.edu/depts/FLL ________________________________________ From: Coloquio Cervantes [[log in to unmask]] On Behalf Of Jesús G. Maestro [[log in to unmask]] Sent: Monday, January 26, 2009 2:40 PM To: [log in to unmask] Subject: Re: Un debate alentador Estimada Rachel: Tu mensaje hace una pregunta fuerte, que exige tomar posiciones definidas. Porque una cosa es la Literatura y otra cosa es la Cultura. Y otra cosa aún más distinta es la Idea posmoderna de Cultura. La Literatura es una construcción humana que, determinada por múltiples causas sociales, históricas y políticas, utiliza signos del sistema lingüístico a los que confiere formalmente un valor estético y un estatuto ficcional, y cuyo discurso, en el que se objetivan ideas y conocimientos que exigen ser objeto de interpretación científica, se inscribe en un proceso comunicativo pragmático y social. La Cultura constituye un conjunto de hechos que da lugar a una serie de conocimientos críticos (Ciencia y Filosofía) y acríticos (pseudo-ciencias, teología, ideología y tecnología), propios de las sociedades civilizadas, y a un conjunto de conocimientos artificiales (mito, magia, religión y técnica) propios de las sociedades bárbaras o primitivas, en virtud de los cuales un individuo se integra en una sociedad (pre-estatal o civilizada) frente a otras. Ésta es un definición antropológica de cultura. Otra cuestión es la Idea de Cultura que tiene la posmodernidad. Hoy por hoy, la cultura es el opio del pueblo posmoderno. Esa idea de cultura está muy próxima a lo que es una ideología, un discurso basado en creencias, apariencias o fenomenologías, constitutivo de un mundo social, histórico y político, cuyos contenidos materiales están determinados básicamente por estos tres tipos de intereses prácticos inmediatos, identificables con un gremio o grupo social, y cuyas formas objetivas son resultado de una sofística. La ideología define al grupo, no al individuo. El grupo tiene identidad, el individuo tiene personalidad. Otra cosa es que no se la quieran reconocer, o que no lo eduquen para adquirirla, sino para asumir una "identidad" gremial. La relación que la posmodernidad establece entre Ideología y Ciencia atenta contra el uso de la razón humana, porque la Ciencia es un conocimiento racional basado en la interpretación causal, objetiva y sistemática de la materia, mientras que la ideología no es más que una falsa conciencia, es decir, la psicología que une a los individuos que forman parte de un grupo, para oponerse a otros grupos. Mientras las facultades y departamentos de Letras sustituyan la Ciencia por la Ideología, y la Literatura por el mito de la cultura, harán sofística en vez de conocimiento, es decir, harán apariencia de conocimiento. Es lógico que los Estados no quieran invertir sus dineros en la difusión de un conocimiento que no es útil al género humano, sino a una o varias minorías, que lo utilizan para justificar sus ideologías y autismos gremiales. El futuro de los departamentos de Letras pasa por su disolución, acaso en cuestión de décadas, en instituciones, fundaciones y organismos privados, que no servirán al conocimiento, sino más bien al conocimiento que interese a los grupos o gremios que los financien. Hace mucho tiempo que los Estados posmodernos han dejado de ocuparse con seriedad de la educación científica de sus ciudadanos en materia de Letras. La analfabetización colectiva es mucho más rentable. Sobre todo para los sofistas, que abundan más en torno a la Literatura que en torno a la Termodinámica. El acomodo que los estudios de Letras encontraron en los Estados y sus Universidades desde el siglo XVIII toca a su fin. Hay que buscar otros mecenas. Sobrevivirá quien los encuentre. O quien se acoja a un gremio o minoría que lo apadrine y promocione. Muy cordialmente, Jesús G. Maestro -----Mensaje original----- De: Coloquio Cervantes [mailto:[log in to unmask]] En nombre de Rachel Schmidt Enviado el: lunes, 26 de enero de 2009 20:04 Para: [log in to unmask] Asunto: Un debate alentador Estimados colegas, Quisiera agradecerles por haber abierto el debate otra vez en el Coloquio Cervantino. Por supuesto que evitar los ataques ad hominem debe ser la regla básica (y quizás la única) con que regir el foro. No obstante, les pido el favor de no eliminar del debate las voces que expresan opiniones y comentarios contrarios a las posturas mayoritarias. Ya que no estaba presente en las conferencias del MLA a las que nuestro colega Juergen Hahn hace referencia, no puedo comentar sobre sus juicios harto duros pero sí enérgicos (la verdad es que, después de refugiarme de las guerras culturales de los EEUU en el país a su norte, no tengo ganas de volver al MLA). Sospecho que no compartaría su perspectiva, pero sí me ha alentado su espíritu de debate. Nosotros que pasamos tanto tiempo dentro de las universidades luchando por proteger y defender los campos de las letras y las humanidades, necesitamos recordar de vez en cuando que nuestro campo no es estéril ni muerto. Por lo que parece la enésima vez en mi carrera de unos 15 años, estoy dictándoles cartas a los administradores de mi universidad para pedir que no corten programas que apoyan la investigación en las humanidades. Por un lado, el furor intelectual que se levanta en el coloquio cervantino a veces me parece un lujo accesible solamente a los que ya no están en las trincheras de una batalla mucho más grande--una batalla contra una estrategia de disminución gradual pero constante de nuestro personal y fondos. Por otro lado, tal vez de ese mismo furor se pueda sacar la fuerza y las armas con que enfrentarnos con una realidad mucho más temible que un mero conflicto entre colegas. Estimados cervantistas, ¿cómo podemos todos conservar y reforzar los estudios literarios y culturales en la universidad de siglo XXI? Un saludo cordial, Rachel Schmidt University of Calgary Calgary, Alberta Canada