Estimada Rachel (gracias por tu mensaje y tus palabras), y estimados miembros de la lista de correo Coloquio Cervantes: Dos cuestiones, sobre la raza en el Quijote y sobre el futuro de las Letras en la Universidad. 1. No se puede hablar de raza a partir de un conjunto nulo de premisas, es decir, no se puede interpretar la idea de raza al margen de una serie de hechos y realidades que la constituyen como realidad esencial, y no como un producto fenomenológico. Dicho de otro modo, si la Humanidad se considera una totalidad distributiva (como conjunto de seres humanos organizados en grupos políticos, sociales, estatales, empresariales, académicos, religiosos, etc.), la raza será solamente un rasgo distintivo de carácter fenomenológico, no esencial. De este modo, cualquier ser humano, al margen de su raza, puede pertenecer a cualquier grupo. Pero si la Humanidad se considera una totalidad atributiva (como conjunto de seres humanos organizados en grupos en los que la raza posee un valor esencial, un atributo esencial, frente a otros), entonces puede suceder que un determinado grupo humano pueda imponerse a otros según criterios raciales. Y las razas, pueden también inventarse, como hizo el Nazismo. No es necesario poner ejemplos que ilustren una y otra totalidad. La historia y el presente los muestran a cada paso. La Idea de Raza a la que se enfrenta Cervantes en la época en que escribe el Quijote no está determinada por la Antropología (contemporánea, y menos aún posmoderna), sino por la Política y la Religión (propias del Siglo de Oro). La raza delimita entonces grupos humanos organizados en sociedades políticas, cuya máxima expresión es el Estado, y en sociedades gentilicias, es decir, en grupos humanos que carecen de estructura estatal (como los moriscos, o los gitanos, por ejemplo), y que por ello mismo tienen que vivir dentro de una estructura política organizada y gobernada por grupos más amplios. Las sociedades gentilicias no son necesariamente minorías. Pueden ser sociedades interestatales, o transestatales, como la Iglesia Católica, o como lo son hoy día los grupos financieros internacionales, etc. Por otro lado, el término raza se identifica en la Edad Contemporánea de forma mucho más radical con la idea de Nación étnica, dando lugar a los nacionalismos románticos (siglo XIX) y posmodernos (siglo XXI). El Nazismo desposeyó de sentido religioso al término Raza, palabra casi tabú en el alemán actual, para dotarlo de un significado exclusivamente político y étnico, aunque basado en una mitología y en un irracionalismo disparatados. Lo cierto es que la raza sólo designa un conjunto de apariencias y fenomenologías corporalmente exteriores al ser humano. Nada más. No objetiva ninguna diferencia ni cualidad esencial, sino accidental. Dicho de otro modo, es una parte distintiva del ser humano, no una parte determinante (intensional) o integrante (extensional), pues todos los seres humanos, al margen de la raza que tengamos, hacemos orgánicamente lo mismo (y de la misma manera, no será necesario entrar en más detalles). 2. Respecto al futuro de las Letras: Nuestra labor no es la de salvar a la Humanidad, sino la de ofrecer un conocimiento científico y crítico sobre el objeto de nuestra actividad profesional, orientada a destruir todo aquello que impida y obstruya el desarrollo de ese conocimiento, cuyo principal enemigo es la sofística (lo que pretende pasar por conocimiento sin serlo de veras, pero que aún así convence por sus apariencias). Si alguien quiere ampliar el radio de su actividad profesional hacia otras áreas, es muy libre de hacerlo, pero una Universidad no es una ONG, y no lo será nunca, a menos que se disuelva como tal Universidad. No conviene confundir la interpretación del Quijote con la defensa ética de un grupo de españoles que, por ser también moriscos, son condenados en 1609 a un destierro exterminante. Entre otras cosas, porque algo así no es posible hacerlo, con la eficacia deseable, cuatrocientos años después. La posmodernidad denuncia muchas injusticias, pero en su acrítica imposición de su Idea del Bien se olvida de algo esencial: en nombre de la solidaridad, su máxima expresión de la Idea de Bondad, se cree con derecho a todo, incluso al ejercicio de la “colonización posmoderna” (ésa de la que nunca se quiere hablar), y que no se basa ya en la explotación de la riqueza, sino en la explotación de la miseria, tan rentable o más económicamente que la explotación de la riqueza. Nuestro trabajo tiene su razón de ser en sus propios contenidos y objetivos, la Literatura, que son de por sí suficientemente dignos como para no tener que justificar fuera de ellos la legitimidad del tiempo que le dedicamos, y por el que cobramos nuestro salario. El estudio de la literatura no desaparecerá porque los Estados posmodernos no se ocupen de él, como de hecho ya no se ocupan. Simplemente se transformará (como nunca ha dejado de hacerlo). Los que desapareceremos seremos nosotros, pero no la literatura. Ni la crítica de la literatura. ¿O es que somos tan ingenuos como para suponer que con nosotros nació y morirá la literatura (y su conocimiento)? La literatura es muy anterior a los críticos literarios, muy anterior a la Iglesia, a la nobleza, a la burguesía y al proletariado, a los Estados modernos (que la institucionalizaron como disciplina estatal en el siglo XVIII) y a los posmodernos (que la han reemplazado en el XXI por mitos ideológicos y servicios sociales varios), y, por supuesto, seguirá existiendo sin nosotros. Sobre todo, si la mayoría de nosotros se dedica, con el pretexto de la literatura, a otra cosa. Estoy seguro incluso de que alguien podría pensar, acaso dentro de algunos siglos, que nuestra desaparición en las próximas décadas podría resultar benigna para el desarrollo de la literatura. Nunca se sabe. Del futuro nada está excluido. La posmodernidad cree que lo que hace y lo que dice es lo mejor. ¿Lo mejor para quién? Jesús G. Maestro -----Mensaje original----- De: Coloquio Cervantes [mailto:[log in to unmask]] En nombre de Rachel Schmidt Enviado el: martes, 27 de enero de 2009 21:29 Para: [log in to unmask] Asunto: El futuro de las letras en la universidad Estimado Jesús, Gracias por tu respuesta tan clara y sistemática a mi pregunta general. Llevas toda la razón al decir que las letras ya no tienen cabida oficial en un sistema educativo que responde a las necesidades de una economía globalizada e hipercapitalista. Estoy de acuerdo que ya es la hora de tomar posturas bastante definidas. Para poder hacerlo, me gustaría entender mejor el proceso que nos ha llevado a este momento de crisis doble. A la vez que ocurre una escición bastante tajante dentro del campo nos estamos haciendo frente a la desaparición del apoyo institucional que ha servido en el pasado para mantener la plataforma de las letras en el sistema universitario. Me pregunto si la ideología de la cultura que tú señalas ha sido una tentativa (tal vez fracasada) de responder a la segunda crisis. Es decir, creo que para muchos, sobre todo los que trabajan en el contexto norteamericano, representa una manera de justificar la existencia de nuestras disciplinas por medio de usarlas para "resolver" los problemas sociales de la actualidad. Al dirigirse a nuestra facultad de letras hace unas semanas, el presidente de mi universidad nos "sugirió"--y no en broma--que nos dedicáramos a solucionar el problema de los que viven sin hogar. Claro que Don Quijote y Sancho pasaron muchas noches sin la protección de un techo, pero además de eso no sé que más puedo contribuir a este tema. Una cosa que sí me anima últimamente es la accesibilidad que tenemos ya a todo tipo de textos en el Internet. La gran labor que se ha hecho con la digitalización de fondos bibliotecarios hace posible que podamos leer textos primarios de los siglos XVI y XVII en la pantalla de nuestros ordenadores. En eso quiero apoyar a nuestros colegas George Peale y A. Robert Lauer cuando piden que examinemos el concepto de raza dentro del contexto de la época cervantina. Una búsqueda rápida y muy superficial de los usos de la palabra raza en los textos incluidos en CORDE (Corpus diacrónico de español de la Real Academia), revela que en su mayor parte hacía referencia a las especies de animales. Una excepción interesante es el uso que hace Diego Hermosilla en su /Diálogo de pajes /(1545) del término raza en relación con la hidalguía: > GODOY El hidalgo con cualquiera raza no deja de tener un color aunque > turbio de nobleza, y por ella no paga pecho ni tributo alguno, ni > puede ser preso por deuda si no fuere del Rey, o procediese de delito > o darle tormento, si el juez del reino no quiere, puede fiar y > desafiar sin osar y otros privilegios que se les guardan, que refiere > Otalora en el último capítulo de su tratado de nobleza, alegando de > los cuales carece el labrador por limpio que sea, pero siéndolo pueden > sus hijos tener cargos y oficios en el Santo Oficio de la Inquisición, > ser comendadores de cualquier encomienda, canónigos en Toledo, en > Sevilla y en las otras iglesias, colegiales en todos los colegios de > España, frailes de cualquiera orden, todo lo cual estorban e impiden > todas las otras razas por muy hidalgo que sea el que lo tuviese, salvo > la raza del labrador; y para poderse confiar fuerza o fortaleza ha de > ser hidalgo de padre y de madre, según la ley de Partida, y en no la > guardar no se gana mucho. ¿Tenemos nuevos recursos con que reclamar la base filológica (o en tus términos, Jesús, científica) de nuestro campo para así enfocar mejor el aspecto ideológico de nuestros proyectos? A fin de cuentas, creo que es imposible "purificar" nuestro pensamiento de la ideología, pues somos criaturas sociales, pero a lo mejor podemos estar más conscientes de la presencia de las ideologías. Un saludo desde Calgary, Rachel Schmidt