Muchas gracias, amigo Dario, por recordarme; como yo a ti. No tengo
mucho tiempo para participar en estos debates que leo tanto como puedo,
metido en las publicaciones de mis libros (siendo el próximo, que sale a
fines de mes, un libro de recuerdos  sobre los barrios de los inmigrados en
los años 50 en Marsella, Francia) y un montón de conferencias sobre ellos.
Lo que dije, es que se debe distinguir entre el argumento ³ad hominem² (que
es general) y el argumento ³ ad personam² que atañe a la persona particular,
para desacreditarla. Siempre es bueno, pese a todo, discutir, pero de manera
intelectual, tal vez apasionada, pero siempre basada en argumentos
racionales y no afectivos : una convicción personal nunca puede ser válida
universalmente : hay hombres ³convencidos²  y no por eso son convicentes lo
que dan por argumentos ni valederos para todos. Trato de esto en mi
penúltimo libro del año pasado (perdón por citarme) D¹un temps d¹incertitude
(³De un tiempo de incertidumbre² (siglos XVI-XVIII), Éditions Sulliver,
2008. Por eso, siempre desconfié en aproximaciones biografías a los
escritores (siempre teñidas de afecto) o meramente históricas o sociológicas
(empapadas de ideología o pesupuestos anacrónicos a posteriori). Lo que
queda de un escritor que queda, es su texto, su única verdad que es lícito
interpretar por cualquier modo que nos sea pertinente hic et nunc, cada vez
que se apoye el método en argumentos y demonstraciones racionales.
    Un saludo a todos.

    Benito