From: Pablo Jauralde [[log in to unmask]]
Sent: Tuesday, April 06, 2010 5:43 AM
To: Lauer, A Robert
Subject: RE: lazarillo (nota de Pablo Jauralde Pou)

Estimados colegas, para seguir con novedades sobre el Lazarillo, al menos en
lo que nos concierne a Mercedes Agulló y a mí, les invito, si fuera el caso,
a consultar el blog "hangandolosmalos", en donde van apareciendo nuevos
datos.
Cordialmente
Pablo Jauralde

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NB de Lauer: La dirección en cuestión (y sobre el tema de Lazarillo) es la siguiente:

http://hanganadolosmalos.blogspot.com/search/label/El%20Lazarillo

Saludos, ARL



Prof. A. Robert Lauer
The University of Oklahoma
Department of Modern Languages, Literatures, and Linguistics
780 Van Vleet Oval, Kaufman Hall, Room 206
Norman, Oklahoma 73019-2032, USA
Tel.: 405-325-5845 (office); 405-325-6181 (dept.); Fax: 405-325-0103 (dept.)
Vision: Harmonious collaboration in an international world.
Mission: "Visualize clearly and communicate promptly"
Vita / Ibérica / BCom / ACal / Anagnórisis / AsocCervantistas / ColCervantes / ColTeatro / Intute /

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-----Mensaje original-----
De: Coloquio Cervantes [mailto:[log in to unmask]] En nombre de Lauer,
A Robert
Enviado el: domingo, 21 de marzo de 2010 1:51
Para: [log in to unmask]
Asunto: FW: lazarillo (nota de Pablo Jauralde Pou)

From: Pablo Jauralde Pou [[log in to unmask]]
Sent: Saturday, March 20, 2010 6:07 PM
To: Lauer, A Robert
Subject: lazarillo

¿Y qué hacemos ahora con el Lazarillo?

     Mercedes Agulló ha encontrado un documento de época en el que por
primera vez se cita al Lazarillo como obra. Probablemente los estudiosos de
la novelita, que tan copiosamente han contribuido a crear un espesor crítico
con incursiones en el texto, el autor, la época, etc. tendrán que incorporar
ese dato a sus exposiciones, porque lo que hasta ahora han hecho
cumplidamente ha sido desmenuzar los textos y sus circunstancias, sin otra
documentación que los cuatro libritos en octavo que aparecieron en 1554 y
algunas de sus derivaciones, alcanzando un grado de acuerdo, por cierto, que
casa muy bien con el hallazgo: todos han venido a admitir que la edición de
1573 (la expurgada por Juan López de Velasco) manejaba sin duda una fuente
(manuscrito, edición perdida, etc.) desconocida que le permitía enmiendas
“fantásticas”, “esclarecedoras”, etc. Obtengo los adjetivos del coro de
críticos. Supongo que, como tarea inmediata, habrán vuelto a leer el
Lazarillo como si esas enmiendas provinieran de Diego Hurtado de Mendoza y
el noble fuera su autor. Y que los resultados de esa lectura nos los van a
dar también.

     No pertenezco a ese envidiable grupo de críticos que tanto han escrito
sobre el Lazarillo y, por tanto, creo que tengo el derecho, como muchos
lectores, a pedirles que nos expliquen convincentemente esa alusión a las
enmiendas del Lazarillo entre los papeles de don Diego, y que esa
explicación no resulte falsificada, ni tan alambicada que no pueda sustituir
a la impresión inmediata de cualquier lector: ahí están y con su nombre
porque son suyas.

     No nos vamos a conformar con una solución tan evidente y tan sencilla;
preguntaría a la crítica especializada, que tendrá trabajado el tema y podrá
reordenar ahora sus fichas, que me configure el nuevo mapa ¬–así sea para
negar la autoría–, que rodea a estos actores, al menos a Juan López de
Velasco y a Diego Hurtado de Mendoza, porque sin duda habrán encontrado
fácilmente los puntos en común y se habrán apresurado a buscar si los
indicios documentales van más allá del nuevo hallazgo, para refrendarlos o
desecharlos. Les pediría que me dijeran qué han sacado del rico epistolario
con Zurita, que habrán leído (el publicado por Dormer y el manuscrito), ya
que era Zurita, como sabrán, secretario de Felipe II para asuntos de la
Inquisición en 1572, además de corresponsal y amigo de Hurtado, es decir,
compañero de tareas de Velasco. Yo espero que me restablezcan la situación
histórica en torno a la iglesia en donde pidió don Diego que le enterraran,
la del monasterio de la Concepción Francisca, en donde por esos años Teresa
de Cepeda conoce a Hurtado y firma cartas (autógrafas), mientras cuida su
relación con su confidente en la corte, Juan López de Velasco, cuya hermana
era descalza en el convento de Segovia; seguro que han reconstruido el
panorama a partir del epistolario de la santa, en donde se habla con cariño
frecuentemente de Velasco. Humanistas inquietos, como otro discípulo de
Zurita, Páez de Castro. ¿Habrán indagado si fue Páez de Castro el que llevó
un texto del Lazarillo a Amberes, en 1553 o a comienzos de 1554? Pues unos
meses antes estaba con don Diego Hurtado en Roma, y suspiraba por ser su
secretario; y desde luego al norte se fue en esa fecha precisamente. Sus
libros están en El Escorial, los de Páez. Ya habrán los críticos perseguido
cómo fueron a parar allí al mismo tiempo que los de Hurtado, al fin y al
cabo, la rica testamentaría de Páez de Castro, vigilada por Ambrosio de
Morales, se conserva en el mismo legajo de papeles, no publicado, que la de
don Diego. Los lazarillistas saben, por lo demás, que Ambrosio de Morales
dedicó una de sus últimas obras a Hurtado…  Son tantas las cosas de las que
nos pueden sacar ahora de dudas, que esperamos todos con impaciencia que,
una vez agotado el tema textual, se emprenda el esclarecimiento histórico,
en el que, sin duda, será nuevo componente el análisis de los papeles de
Tomás Tamayo de Vargas, el cronista que atribuyo la obra a don Diego: no son
tan difíciles de encontrar, aunque estén dispersos. ¿Le diría en Toledo el
padre Mariana a Tamayo algo sobre la autoría del Lazarillo y la Inquisición?
El padre Mariana trabajó para los índices, y Tamayo le admiraba y trataba
con él. Seguro que entre los once o doce volúmenes de la British Library,
autógrafos en su mayoría, se puede encontrar algo… ¡que apasionante camino
les espera a los lazarillistas!

     Confieso que me resulta enormemente atractivo este itinerario crítico
al que nos invita el hallazgo de Mercedes Agulló. Ojalá no se trivialice y
sirva, finalmente, para el mejor conocimiento de nuestra historia y de ese
texto deslumbrante que es el Lazarillo. Y que tampoco se trivialice la
figura de López de Velasco,  humanista solterón entregado a las ciencias más
prestigiosas (Grafton dixit) del s. XVI: la geografía, la astronomía, la
lengua… nuestro modo natural de crear, de preguntarnos por nuestro pasado y
por nuestro lugar en el universo. La forja de una nación que avanza a
tientas.

Pablo Jauralde Pou